Esta semana viviremos la noche más corta del año (o la más larga, según en qué hemisferio estés). En el solsticio, celebramos con danzas y hogueras la renovación.
Para mí esta es una fiesta muy personal porque coincide con mi cumpleaños. Hace ya unos cuántos, me propuse celebrarlo haciendo cosas. Este año el enfoque es el opuesto: quiero dejar de hacer cosas.
A lo largo del año acumulamos proyectos que desdibujan nuestra marca y compromisos que han perdido su sentido. Quizás nunca lo tuvieron. Ya no nos hacen ilusión, pero ocupan el espacio y el tiempo que podríamos dedicar a lo que sí nos interesa.
La pregunta es esta:
¿Qué te ilusiona y qué no?
Escribir lo que queremos dejar atrás nos ayuda a tomar conciencia de nuestro talento y nuestro propósito y a recuperar recursos para dedicárselos.
Estamos a las puertas de las vacaciones, en un momento de máxima presión. El solsticio es tu gran oportunidad. Revisa qué has hecho en los últimos seis meses. ¿Qué proyectos no encajan? ¿Qué actividades te gustaría desarrollar porque sabes que están alineadas con tu marca y sin embargo no tienes tiempo que dedicarles?
Sólo hace falta decidir qué dejarás de hacer para poder ser.
¡Feliz solsticio!
PD. La imagen procede de este pin.
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Uy pero qué difícil!! Tengo Síndrome de Diógenes mental, me siguen interesando un montón de cosas y proyectos que no soy capaz de dejar atrás y los voy acumulando cual carpetas del despacho de un contable de los años 20. Quizás mi marca personal sea al final esa, la de poliproyectista. Feliz cumple y feliz verbena!!
Me ilusiona lo trascendente, iluminar mi camino y dejar señas que puedan servir a otros. Me ilusiona la lectura que me abre nuevas puertas a la realidad y la escritura, aunque no necesariamente para publicar. Escribir de cierta manera me ha salvado. Me ilusiona hacer de mí mismo un reflejo de la experiencia de lo trascendente. Estar en contacto con la naturaleza, amar mi cuerpo y cuidarlo física y mentalmente. Me ilusiona servir, amar, dar lo mejor de mi mismo. Me ilusiona viajar, conocer, vivir plenamente.
En los fuegos del solsticio, quemaría las vanas ilusiones, el afán de tener la razón, de creer que el mundo debería ser lo que creo, sino aceptar el mundo como es con sus luces y sombras. Quemaría el deseo de una pareja exclusiva y simplemente me abriría al mundo.