Todos dormimos solos (sobre los rankings y el objetivo de la visibilidad)

visibilidad«Aunque, a veces, me apetece bajar el ritmo básicamente porque una ya tiene una edad. Pasados los 50 hay guerras y carreras “por ser más lo que sea” que ya no me apetecen. Me preguntaba tu opinión al respecto».

Este es el comentario que publicó mi colega Sylvia de Béjar de  en respuesta a mi nota sobre la necesidad de formarnos para no quedarnos atrás.

¿Hay que ser siempre «el más/ la más» rápida, rica, sexy, eficiente, popular…? Como a Sylvia la aprecio mucho, recojo el guante y le respondo aquí.

Para mí, la visibilidad necesita una razón de ser. Uno quiere ser visible por un motivo concreto, y cuanto más claro esté, más sencillo es desarrollar un plan. El motivo puede ser variopinto: aumentar la cartera de clientes, conseguir una promoción o que publiquen tu ensayo. Cada cual escoge el suyo.

En el extremo opuesto, uno puede decidir que quiere ser directamente el más visible. Entonces, en definitiva, lo que quiere es ser una celebrity, cuya razón de ser se sustenta al 100% en la visibilidad. Este es el único perfil que no puede prescindir de followers o fans. La celebrity necesita la visibilidad porque éste es su recurso primordial y la base de su posicionamiento.

Coincido con Sylvia en que, pasados los 50, esa etapa vital en la que vuelves a planteártelo todo, los rankings dejan de interesarte porque dejas de supeditar tu autoestima al Top Ten.  La mayoría de mujeres que conozco, y gracias a mi libro Vive 50 conozco unas cuantas, están más por la labor del sentirse bien que del parecer más o mejor.

Al final, en este continuo la visibilidad funciona si es funcional a tus objetivos. Lo que queda no es el aplauso: es la sensación de plenitud que cada uno experimenta en relación a los propios logros. Y esa sensación es individual. Seas o no celebrity, el caso es que al final todos dormimos solos, seamos ricos, famosos o menos.  Cher lo canta estupendamente: We all sleep alone.

Esta es, querida Sylvia, mi respuesta. Un abrazo.

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6 comentarios en “Todos dormimos solos (sobre los rankings y el objetivo de la visibilidad)”

  1. Muchas gracias por recoger el guante.
    Lo que dices acerca de que «la visibilidad necesita una razón de ser»… ¡allí me has dado! Llevo tiempo preguntándome para qué, por qué, ¿vale la pena seguir? Ahora, al menos por ahora, no tengo un motivo claro para hacerlo.
    Podría dejar de hacer lo que hago desde hace muchos años y aprender a tocar el piano, pasear, leer lo que nunca tengo tiempo de leer… u otras cosas que se me ocurren. Un día lo veo clarísimo, al siguiente pienso: «Todavía no».
    Coincido con lo que dices: al final, eres tú la que ha de definir qué te llena, qué necesitas, qué hacer… ¡y mirar por ti misma!
    En eso estoy. Frenando a la mente, no dejando que reine porque si no sería puro agobio. No dejar que la mente reine en esto. Respiro, medito… y nado.
    De lleno en lo que algunos llaman el vacío fértil. Hay que dejar que pase un tiempo hasta que de ese vació surja la respuesta.
    No creo haberme explicado del todo… Pero estoy en ello.
    Claramente entrando en una nueva fase de la vida.

    1. Sylvia, gracias a ti por proponer el tema. Tenemos horror al vacío cuando en realidad estas mesetas son momentos previos a un nuevo ascenso. Yo continuo siguiendo la máxima de Joseph Campbell y guiándome por lo que me hace feliz. Saberlo también tiene su qué, pero aprendes rápido. Un abrazo.

  2. Comparto con vosotras que a partir de los 50, y según como hayas llegado hasta aquí claro, ya no importa tanto el éxito, el tener más (más de no sabemos qué), sino de investigar cuales son las cosas importantes que nos conducen hacía la felicidad. Es, como dice una maestra excelente, «masticar la vida».
    A mi me gusta especialmente practicar el silencio: caminar sola, rodeada de árboles y buenas vistas, respirar y volver a respirar para parar por unos brevísimos instantes la mente.
    gracias por tu post Neus!

  3. Queridas mujeres, sois formidables las tres.
    Cuando ya las hormonas se nos han calmado, y dejado en paz, ¿qué nos queda?
    ¿Qué nos duele más, la falta de dinero o la falta de amor de los supuestamente tuyos?
    ¿Dónde queda la vanidad cuando está tan próximo el final?
    Al morir desaparecemos por completo, máximo un par de días nos recuerdan, la vida sigue para los demás, ¿que importa lo que has hecho, lo que has poseído, lo que has amado? Todo eso se pierde en las tinieblas de la nada.
    Tenemos cincuenta benditos años, aún nos quedan unos cuantos para dejarnos de tonterías y ser felices, quizás solo nos quedan unos minutos de vida, ¿quién lo sabe? Yo no, tú tampoco.
    Los pensamientos, la mente, son muy traidores.
    Qué difícil es saber lo que una quiere, lo que la hace feliz, cuando hay tantas circunstancias vitales en contra, ¿verdad?
    Pensar en ti, eres única en tu única vida, sí, pero, qué difícil y complicado es.
    Chicas, sois muy grandes.
    Habéis sacado un tema que merece una reflexión.
    Un abrazo cordial.
    Isabel

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