Chillar nos hace visibles.
De entrada, es así. Si gritamos a otra persona, ésta nos escucha a base de puros decibelios. Lo mismo sucede con la confrontación y las agresiones verbales. Una colega me comentaba off-the-record que tiene perfectamente medida la relación entre agresividad y visitas: cuanto más agresivas son sus publicaciones, más visita obtienen. Por lo tanto, piensa continuar metiendo el dedo en el ojo como estrategia de visibilidad. ¿Otro ejemplo de rendimiento de las agresiones verbales? Al share de las tertulias televisivas me remito.
Visto el panorama, aquellos de nosotros que no sabemos o no queremos chillar: ¿tenemos alguna posibilidad de ser visibles?
Mi opinión, aunque sea porque no me queda otra, es que sí se puede. Yo no sirvo para la agresión. En una ocasión me ofrecieron ser tertuliana en un programa radiofónico de actualidad. Tengo opinión y me gusta compartirla. Tengo carácter y no me arredro. Pero no chillo. El realizador del programa me advirtió que procurara estar menos de acuerdo y enfrentarme más al resto del tertulianos para “dar juego”. Como lo que me pedía me resultaba ontológicamente imposible, lo dejé.
Propongo la visibilidad desde el respeto. Creo que se puede ser visible sin pisar y sin agredir. Me parece que las relaciones crecen si te fijas en lo que puedes compartir con el otro, no en como cascarle.
¿Cómo podemos vincular la visibilidad y el respeto? Se trata de una reflexión en marcha y todas las aportaciones son bienvenidas.
Anoto aquí algunas ideas
- Una persona que hace visibles sus valores tiende a hacerse respetar.
- El respeto no se compra: se gana. Uno/a es «digno de respeto».
- Una persona respetada es una persona reconocida por aquellos que la respetan. Por lo tanto es visible ante ellos.
- El éxito no siempre es sinónimo de respeto. Algunas personas de éxito lo han logrado sin escrúpulos.
- Como dice la cita en la imagen, el respeto dura más que la atención. Yo añado que es más difícil ser respetado que ser visible.
¿Cómo se relacionan visibilidad y respeto? Gracias por sumarte a la reflexión y por compartirla.
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Crec que la clau de tot plegat és doble: coherència i assertivitat. Per coherència, cal mantenir el teu discurs i donar-lo a difondre, encara que no agradi a tothom. I això es pot fer des de la dissensió. Pots no estar d’acord amb algú i ni inhibir-te ni voler imposar el teu criteri a capa i espasa. Opinar de llibres (o d’educació, que són els àmbits en què em bellugo) es poden prestar al silenci o a la pontificació. Com sempre, el terme mig o els infinits matisos de gris.
Neus, tus notas son siempre enriquecedoras, pero de todas las que he leído ésta es la que más me llega.
Gracias por tener el valor de expresarte como eres, de no entrar en el juego del «todo vale». La crisis que vivimos es de valores; la situación económica es una consecuencia de la falta de valores.
Te respeto por ser persona, y más aun por tus valores.
Fernando Sánchez
Hola Neus,
Es interesante este planteamiento que haces sobre el modo de ponerse en evidencia.
Según mis observaciones el problema de imponer un punto de vista se plantea a nivel de estilo, por lo que en línea de máxima es personal.
Cada uno, en casos de discusiones, se manifiesta por lo que es, quien ama la polémica se encuentra a gusto, quien debe hacer esfuerzo para hacer la voz gruesa, se distancia y adopta otros medios. Pienso que los que responden a provocaciones agresivas son ellos mismos agresivos: los símiles se buscan.
En síntesis, los hijos de Marte y los hijos de Venus.
Esta gestión del comportamiento se extiende frecuentemente al modo de hacer visible el producto que se quiere trasmitir.
Reflexionar sobre la posibilidad de controlar esta conducta es interesante porque implica un análisis de lo que somos, de lo que queremos y de los medios que pueden ser adoptados para llevar a cabo una estrategia.
Personalmente creo que un “marciano”, puede adaptarse, si lo considera efectivo, a un estilo venusiano y lo mismo vale para los “venusianos”.
Lo que básicamente somos no lo podemos cambiar pero el estilo que exhibimos es posible manejarlo a nuestro gusto.
Un abrazo
Ana María
A Roma distingien entre «auctoritas» i «potestas» (autoritat i poder). El respecte és propi de la primera, la violència (també la verbal) va lligada a la segona. La autoritat te la donen, el poder te l’agafes. Franco, o Hitler, o Mussolini, o… van ocupar el poder. Mandela, o Gandhi, o… van guanyar-se l’autoritat. Tots estan morts. La visibilitat, en aquest cas, està lligada al record i als valors. Oi que no hi ha color?
Excelente reflexión.
Anteponer el respeto a la agresión para conseguir la visibilidad debería ser una condición obligatoria, no solo en el ámbito de la comunicación si no en el de la convivencia.
Pero a los hechos me remito y parecería que, por lo menos en comunicación, eso es solo patrimonio de los que practican la excelencia.
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Hola Neus, estoy de acuerdo contigo en el ideal, pero no es lo real. Estamos, queramos verlo o no, en una decadencia individual y social sin parangón en la Historia.
El respeto, del cual digo también en uno de mis libros que se gana y no se conquista, es semejante a la amistad. En este sentido. y remedando la contraposición que tú estableces entre el respeto y la vulgaridad o griterío, he de confesar que es semejante a la relación Conocimiento-Amistad: puedes llegar a tener miles de conocidos, pero apenas alcanzarás a tener tres o cuatro amigos.
Si esto lo proyectamos al campo de la Visibilidad, mi querida Neus, me temo que lo tenemos muy crudo.
Ya tuve una experiencia de este tipo en TV con Jesús Hermida, y aún siendo un programa en directo, ante una de mis sinceras respuestas me cortaron de lleno y pasaron a Publicidad ¡Fue todo un show!
Para concluir, te diré lo mismo que me repetían las propias Editoriales: «Si deseas triunfar, escandaliza».
Un abrazo.
Muy interesante la reflexión que has planteado, Neus.
Por supuesto que la visibilidad y el respecto pueden comprarse o conseguirse gritando, pero no es la línea que nos interesa (ni me interesa ni puedo seguirla).
El respeto y la visibilidad que se logra con el trabajo bien hecho, con una trayectoria coherente, con aciertos que caen en terreno bien labrado, con una buena conexión con el entorno es el que quiero. Mucho más complicado que pegar cuatro gritos, pero yo no veo otra salida.
Leo vuestros comentarios y sólo puedo pensar:
¡Ca-ray! ¡Deberíamos escribir un libro sobre el tema!
Muchas gracias por opinar / Agraïda.
Totalmente de acuerdo contigo. Vale más el respeto que el llamar la atención y ser visible. Pero, por desgracia, estamos pasando una época donde el chillar a lo mercado se lleva. Un poco de agresividad en los post puede ser bueno pero no se puede confundir con falta de respeto. Que no nos lo pierdan a nosotros ni nosotros al resto.
Creo que es imposible controlar la conducta de otros, por mucho que nos haga mal.
Por eso me agarro de una frase de Gandhi como modelo: «Sé el cambio que quieres ver en el mundo».
Desde mi minúsculo lugar, como no quiero agresividad, no genero agresión.
E intento moverme de los espacios agresivos en la medida de lo posible.
Te entiendo muy bien, Silvana.
Hola Neus, con tu reflexión das de lleno en algo que me «toca». Cuando alguien chilla me llega como una punzada, incluso cuando no va conmigo, me genera rechazo inmediato.
Para mi, respeto es la clave de las relaciones de cualquier tipo, incluyendo cuando estamos en desacuerdo, por supuesto… Chillar me echa para atrás, huyo del chillar, al final hay hueco para todos, los que chillan y los que preferimos hablar claro con respeto.
Relacionándolo con la visibilidad, seguramente es mucho -incluso muchísimo- más visible el que chilla, pero ahí también entra la reflexión sobre qué imagen queremos de nosotros, cuál es nuestra identidad, con qué estilo nos sentimos cómodos, cómo somos nosotros mismos. Para mi la opción es menos visibilidad, y en todo caso conexiones con los que tienen valores similares a los nuestros.
Si hablamos de visibilidad chillando = negocio, entonces entramos en otro terreno y para mí la respuesta sigue siendo que visibilidad a costa de cualquier cosa, no gracias;-)
Un abrazo, Merce
Visibilidad se escribe con uve de valores. Gràcies per comentar, Merce!
… y de Verdad.
so true!
Así como elegimos cómo vivir, elegimos cómo ser vistos.
Si decidimos ser efectistas en el corto plazo, porque lo tenemos bien medido, corremos el riesgo de aumentar la visibilidad, pero obtener un público menos ajustado al público objetivo ideal. Podemos arrastrar seguidores endulzados por la agresividad, pero que no entiendan cabalmente el mensaje que damos.
Alienarnos de nuestra esencia, en el contenido y en los modos, es una agresión enorme a nuestro amor propio y paz interior y en el largo plazo hará sus estragos en la forma en que nos vemos a nosotros mismos. Seguramente ese daño no lo tienen bien medido los efectistas.
Buscar visibilidad desde el respeto a nuestra esencia, nos mantendrá visibles en su justa medida, que no es más que aquella con la que cada uno puede convivir orgullosamente a través del tiempo.
Muy interesante el vínculo entre visibilidad y amor propio, Carolina
Que necessària aquesta reflexió, i que important posar-nos en valor tots aquells que intentem fer-nos visibles desde l’amabilitat i el respecte.
Gràcies per l’apunt!