El precio de un autor

Los autores, mal que nos pese, operamos en un mercado: el editorial. Nuestro manuscrito, para convertirse en libro, debe pasar por un proceso. Ese proceso editorial es una industria. Y las industrias generan productos. Dicho así suena a herejía, pero lo cierto es que los libros son productos sometidos a sus propias leyes de oferta y demanda. Y los escritores somos parte de una cadena de valor.

La contribución que realizamos a dicha cadena se mide por dos baremos distintos: por los anticipos que recibimos a cuenta de derechos y por las liquidaciones anuales de ventas. El anticipo es la cantidad que la editorial abona al autor en concepto de adelanto sobre los derechos de su obra. Del anticipo que la editorial ha avanzado en el momento de firmar el contrato se deducen, en la liquidación anual de derechos, los royalties devengados. La liquidación es el documento en el que editorial y autor “pasan cuentas”: la primera informa al segundo de cuantos ejemplares disponía al inicio del período de liquidación, cuantos le quedan al final y cuantos se han vendido.

Este sistema da lugar a una doble medición en el sector. Por un lado, un autor vale lo que cobra. A mayor anticipo, mayor es la apuesta de la editorial por él o ella. Por otro, un autor vale lo que vende: cuantos más ejemplares vendidos, mayores ingresos (y más posibilidades de continuar publicando).  Por tanto, resulta importante contar con datos fiables de ventas.

La fuente más imparcial la proporciona la base de datos BookScan que mantiene la empresa de análisis de mercado Nielsen y que computa ventas reales (sell-through). Desde hace casi dos años, ya está disponible por fin para el mercado español. Las cifras que da no son exactas porque no cubre todos los puntos de venta del país y es necesario aplicar un factor corrector.

La iniciativa EscritoresUnidos.com se ha creado en estos días como plataforma para solicitar acceso independiente a dichos datos vía CEDRO, de modo que los autores podamos saber cuántos ejemplares hemos vendido realmente. Esta demanda surge en un entorno en el que el sector, aunque los medios hablen de «el libro como bien refugio«, está sufriendo una caída de ventas espectaculares mientras se prepara (o no) para un cambio de modelo de negocio vinculado a la digitalización. La caída de ventas nos afecta y a veces lleva a la duda: «¿De verdad he vendido sólo éstos?».

La información en la era digital se convierte en el bien más preciado y de ahí que los escritores deseemos tener acceso directo a los datos que nos atañen. Personalmente, debo decir que mis editores siempre me han proporcionado datos de ventas cuando se los he pedido y, como trabajo en Marketing, se los pido a menudo. Claro que me gustaría un acceso sistemático a la fuente, pero en mi caso ha habido total colaboración. Creo que compartir datos de ventas reales con transparencia beneficia a los autores, pero también a los editores, porque la confianza entre unos y otros sale fortalecida y porque los escritores necesitamos tener una visión real y realista de nuestro mercado y de nuestros libros. Hasta ahora hemos sido vendedores mayoristas: vendíamos los derechos «a granel». Ha llegado el momento, gracias a Internet (y no «a pesar de»), de apostar por el comercio «minorista» y apoyar nuestros libros ejemplar a ejemplar y en todos los formatos posibles.

PD: De Marketing para escritores escribiré próximamente en este blog.

 

 

 

 

 

 

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