¿Qué tienen en común la última colección de Christian Dior y la película Oppenheimer?
La respuesta es: La tierra baldía de T.S. Eliot.
En 1922 nada menos que Virginia y Leonard Woolf publicaron este poemario con una tirada inicial de 470 ejemplares. Un siglo más tarde parece que el poema estuviera en el aire.
Kim Jones, diseñador de la casa Dior y bibliófilo, ha reconocido La tierra baldía como la fuente de inspiración para la colección de moda masculina AW23/24.
El libro también realiza un cameo en la aclamada película «Oppenheimer», donde vemos la cubierta de un ejemplar en alusión a las referencias culturales del protagonista.
Mi opinión es que este revival obedece a una especie de principio de pertinencia que podríamos enunciar así:
Aquello explica esto.
Es decir, aquella obra -o aquella autora o autor- explica lo que nos está sucediendo ahora.
Los poemas de T.S. Eliot son sobrecogedores. Aluden a la devastación que siguió a la primera guerra mundial, a la decrepitud y a la ineficiencia del hombre. Los versos transmiten impotencia, la misma impotencia que nos atrae a Oppenheimer y a su bomba, contra la cual la humanidad nada puede.
El poeta correlaciona el progreso tecnológico con la desintegración social. En sus versos la industrialización se nos presenta como el motivo por el cual la vida humana deja de tener propósito.
Tecnología, naturaleza cíclica y la fe como fuente de redención. ¿Acaso no es pertinente hoy el contraste entre la desolación y la esperanza? A ambos se refiere en el abrumador verso: «In my end is my beginning».
Si todavía no has leído La tierra baldía, los tiempos que corren y yo te animamos a que lo hagas.
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