Una de mis pasiones son los libros. Como lectora, como autora y como analista me interesa entender cómo leemos ya hoy y cómo leeremos.
Estos últimos días he tenido ocasión de debatir la cuestión por activa y por pasiva. Primero en el Congrés de Llibreters en Llengua Catalana, donde participé en la mesa sobre «El impacto de las tecnologías en el sector de la librería». Después, en el seminario «Internet y la ‘nueva frontera editorial’: Oportunidades y retos para las librerías», que he impartido esta semana en Palma a los libreros asociados a CEGAL.
En ambos foros convivían las ganas de innovar con razonamientos que a veces adoptaban tonos apocalípticos. En general «Internet» se equipara a» ebook» y al hacerlo se dejan de lado otras aplicaciones que ahora mismo, no en un futuro más o menos remoto, pueden ayudar a las librerías a incrementar su visibilidad presencial. Por esa razón en Manfatta, mi empresa, hemos publicado Pon tu librería en el mapa, un documento con cinco pautas prácticas para dar de alta un establecimiento en las plataformas de geolocalización más empleadas, de Google Maps a Foursquare. Un recurso sencillo para aprovechar la tecnología hoy, esta mañana, y no cuando nos instalemos en el 3.0.
Para entender cómo leemos y cómo leeremos quiero hablar de dos obras en concreto, que he leído en paralelo y que me han ayudado a construir mi propio razonamiento. Me refiero a Elogio del texto digital, de José Manuel Lucía y Tocar los libros, de Jesús Marchamalo, ambos publicados por Fórcola.
Elogio del texto digital es un repaso minucioso de la historia de la escritura y de la lectura a la búsqueda de un contexto: entiendes que el cambio al que asistimos forma parte de una evolución, de la oralidad al texto y ahora al mix: «El texto digital comparte, a un tiempo, algunas características del texto escrito y del texto oral» (p. 36). El autor argumenta por qué el texto digital no es un acontecimiento cultural autónomo y aislado. Un contexto es justo lo que necesitamos para pensar en las implicaciones de las nuevas formas narrativas y de los nuevos soportes de lectura.
En Tocar los libros, por otro lado, Jesús Marchamalo explora la relación personal del lector con sus libros: las manías particulares de anotar, compartir, de ordenar. Al leerlo me arrepentí de la decisión -hoy irreversible por los años trascurridos- de renunciar a tener biblioteca, debido a mis continuas mudanzas. Disfruté tanto con estas historias bibliofilas que me planteo incluso cambiar de opinión (Marchamalo: ¡apúntate ésta!)
No sólo los libros llegaron a la vez, sino que a la vez conocí a sus autores, en el pasado Encuentro de Verines. Leerles ahora ha sido para mí una continuación de las tertulias que entonces empezamos y hablar de sus libros, una forma de que otros puedan sumarse a las mismas. Porque este debate no sólo atañe a los libreros y a los editores o a los nuevos actores, capitaneados por Amazon: los autores y los lectores tenemos que informarnos y forjar nuestra experiencia lectora individual: somos lo que leemos.
PD: El famoso Encuentro fue fructífero: quienes participamos acabamos de publicar una antología, Tras la red, de relatos que no hubiéramos podido escribir antes de Internet. Próximamente, más información.
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