La resistencia: síntomas y soluciones

resistenciaLa frase que se pasea por mi mente en estos días es:

“No sé por qué me meto en estos berenjenales”.

Este sonsonete está provocado por la publicación inminente de Veu de foc, mi próxima novela. Vayamos por partes. Estoy encantada. Adoro la portada y me encanta haberla escrito en coautoria pero… Hay un pero. Una parte de mí se resiste a la promoción como gato panza arriba.

Esta resistencia es en realidad un mecanismo de defensa, con el que nuestro cerebro reptiliano quiere protegernos de riesgos percibidos. En mi caso, quiere “pre-protegerme” de posibles críticas. Ese es mi dragón particular.

Escoge tu propio dragón

Cada persona se enfrenta a su propia forma de resistencia. Pienso en un colega que huye de su propia grandeza refriendo ideas ajenas en vez de atreverse a exponer las suyas. Al hacerlo, se empequeñece: pierde él y con él, todos.

La resistencia es el pan de cada día para los escritores y en general para cualquiera que opere en la nueva economía, donde los trabajadores estamos más solos y más expuestos. La resistencia camina de la mano de la visibilidad.

El escritor Steven Pressfield escribió en su imprescindible The War of Art lo siguiente: “En el campo del ego se encuentran un caballero y un dragón. El caballero eres tú. El dragón es la resistencia. Es necesario librar la batalla  cada día”.

Síntomas

He ampliado este listado dirigido especialmente a los escritores.  En realidad basta con sustituir “libro” por “ proyecto”, ya sea montar tu empresa o terminar el master. Las formas de resistencia son universales:

  • No tienes tiempo que dedicar a tu proyecto.
  • Siempre encuentras una excusa o explicación para tal imposibilidad.
  • Esperas que sean los demás quienes te señalen cómo proceder.
  • Cada vez que comienzas un proyecto, surgen otras posibilidades y te distraes.
  • No terminas los proyectos que comienzas.
  • Dedicas un tiempo excesivo a la “preparación” (documentación, compra de materiales) y no avanzas en la ejecución.
  • A menudo hablas de tus ideas en lugar de desarrollarlas.
  • Crees que tus ideas no son buenas ni originales y que por tanto es mejor usar las ajenas.
  • Te rodeas de personas que te desaniman o critican, reforzando así tu creencia de que no vale la pena el intento.

Soluciones

Al final, la manera de hacer frente a la resistencia es… esperar. Espera exactamente nueve segundos, que son los que tarda el cerebro reptiliano en entender que la amenaza no es tal. Me lo recomendó mi terapeuta y … ¡funciona!

Pasados los nueve segundos críticos,  te pones en marcha.

Actúa.

Realiza la acción más pequeña posible que te acerque al objetivo. Da igual que te parezca una minucia: cuánto más pequeña, menos fricción. Lo importante es ponerse en marcha.

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