Escritura

Alegría

Es para mi una gran alegría anunciar aquí, en primicia, que la editorial Martínez Roca será la que publicará Una mujer como tú , mi segunda novela y segunda parte de la trilogía iniciada con Un hombre de pago .

Una mujer como tú llegará a las librerías en abril de 2009. Ya he conocido a mi editora, la mítica Carmen Fernández de Blas. En setiembre empezaremos a trabajar. Ahora toca celebrarlo.

 

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La vuelta al mundo leyendo thrillers

En el año 2003 atravesé un período de inmovilidad: la Neus viajera, de repente, tenía que quedarse en casa.  No empecé a llevarlo bien hasta que junto con Esther, una amiga en situación similar, ideamos nuestro particular proyecto: dar la vuelta al mundo leyendo thrillers.

En nuestro proyecto caben los detectives más variados: pueden ser hombres (la mayoría) o mujeres, jubilados o en activo, sanos o enfermos, animosos o deprimidos. Se trata de ver, a través de los ojos del autor que les concibió, el mundo que, temporalmente, no podíamos visitar.

Recuperada la movilidad física y geográfica, no hemos abdicado del proyecto. Esther y yo continuamos intercambiando libros y comentando las jugadas, los misterios y asesinatos que se cruzan en este viaje peculiar. Seguro que llevamos más de un centenar de thrillers leídos, gracias a los cuales hemos «estado» en países tan exóticos como Argelia, Rusia, Islandia o la India.

Quizás valga la pena ir anotando en este blog estas lecturas, para compartirlos con otras y para tener constancia de lo leído y lo por leer.

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700 firmas más tarde

Y tú, ¿qué marca eres? prepara la segunda edición. Para celebrarlo, además de indicar este hecho en la portada, la editorial me propuso una iniciativa que acepté por novedosa: firmar una parte de los ejemplares de la nueva tirada, como forma de personalizarlos.

Y así lo hice. Doy fe de que ayer, entre las 16.00 y las 18.20 h, comodamente instalada en las oficinas de la imprenta, firmé 700 ejemplares. Setecientos. Cuando vi la mesa con las pilas, pensé que la tarea era superior a mí. Decidí no desanimarme y encontrar un sistema de trabajo que me permitiera, cada tanto, desentumecer los dedos. Cada 20 ejemplares me ponía de pie y reorganizaba las pilas: firmados / pendientes.

Firmar es distinto a dedicar, porque no conocemos al lector. Para paliar esa dificultad, decidí -y cumplí- pensar, firma tras firma, en un lector/a y decirle mentalmente «Ojalá te interese» (alternandolo con «espero que te guste»). Dedicatorias de futuro, una a una.

El jefe de producción y el encargado de la imprenta, junto con las personas de administración, fueron muy amables y respetuosos, evitando las interrupciones para no distraerme. Y así fue como en dos horas y veinte minutos, con el runrun de las máquinas de fondo, firmé 700 ejemplares para los lectores que confío los leerán. Los libros se identificarán mediante una pegatina como la que ves. Siento curiosidad por saber cómo serán recibidos.

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Cosas que aprendí viendo la final de Wimbledon

Ayer, cosa extraña, me enganché a la tele y, raquetazo va, raquetazo viene, me vi entera la final del torneo de tenis de Wimbledon más larga de la historia.

En mi pasado remoto existe un club de tenis en verano, al que mis padres nos apuntaban y que yo detestaba. Lo único que me interesaba del club era, en este orden, la piscina y la fiesta social (ocasión extraordinaria en la que nos dejaban salir de noche). La pista, cero.

Viendo a Federer y a Nadal correr y sudar la camisa (literalmente: quedó comprobado que Rafa Nadal se seca el sudor después de todos y cada uno de los puntos, quizás como tic, quizás como estrategia), recordé las pelotas, la raqueta y la infancia.

Lo que aprendí ayer no tiene que ver con el tenis, sino con la concentración. Me impresionó mucho ver que los jugadores permanecían en el juego, concentrados, a pesar de que les observaban tropecientasmil personas en directo y unos cuantos millones por televisión, a pesar de las cámaras, a pesar de que en dos ocasiones tuvieron que dejar la pista por lluvia. Cuando la cámara enfocaba al jugador, uno u otro, me parecía notar que el deportista estaba ensimismado, en algun lugar mental propio, blindado a la presión exterior, focalizado en un único objetivo: ganar el punto para ganar el partido.

Estoy segura de que ambos tenistas tienen una técnica excelente pero creo que para llegar a un nivel tan alto, además del revés, hay que dominar la mente. Obsesionarse. Meterse dentro y centrarse sólo en el objetivo.

Me pregunto si seré capaz de llegar a un nivel de ensimismamiento similar al escribir. Si es posible interiorizar más, bajar a niveles todavía más subterráneos, aislarse más de los estímulos exteriores en pos de la frase que cierra el párrafo que cierra el capítulo que cierra el libro.

Sana envidia.

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