Escritura

Multitasking: la buena vida (loca)

He empezado el día leyendo el post de un blogger un tanto peculiar. Hugh Macleod es un ilustrador / especialista en Marketing (como yo) / escritor (como yo).  Lo que me atrae de su discurso es la capacidad de reconocerme en él: vivimos ambos en muchos mundos a la vez. A menudo nos lamentamos pero a veces, como hoy, no nos cambiaríamos por nadie.

La vida en modo multitasking genera opiniones encontradas. Para algunos la especialización es importante: hacer solo una cosa para hacerla muy bien. Este ha sido el paradigma imperante hasta hace poco. Seguro que permitía una mayor concentración, pero de por sí pasar más tiempo haciendo algo no es garantía de calidad. Por el hecho de sentarse frente al ordenador cada día todo el día uno no escribe mejor. Ni siquiera escribe más.

Hoy vivimos en un entorno socioeconómico distinto, en el que las mujeres trabajan fuera de casa, las personas vivimos más años (¿de verdad queremos pasarlos todos haciendo lo mismo?) y las nuevas tecnologías permiten compaginar tareas. En este contexto surgen las nuevas identidades, que ya no son monolíticas sino poliédricas: tenemos ministros artistas (Gilberto Gil), modelos que cantan (Bimba Bosé), empresarios-expresidiarios-que escriben (Jorge de la Hidalga, una persona excepcional a quien conocí el año pasado)….

Claro que hay días en que me gustaría tener más tiempo para escribir. Pero el tiempo, si se busca, se encuentra: al final, todos tenemos el mismo número de horas. Y, como dice McLeod:

«I DON’T like waking up in the morning and doing the same thing every day. I LIKE having all these different balls in the air- cartooning, painting, consulting, writing, marketing, blogging etc. Sure, part of me would like nothing better than just «retiring to the desert and making paintings», but another part of me likes all the running around in different directions. And all this running around DOES get tiring, I can tell you that. Sometimes I LOVE the feeling of being constantly overwhelmed. Other times I utterly despise it».

Así vivo hoy el multitasking: Livin’ la vida loca.

 

 

 

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Fiesta planetaria

Una fiesta planetaria fue la que celebramos el viernes, con motivo del 25º aniversario de la editorial Urano.

Asistí como autora (su sello Umbriel ha publicado mi novela Un hombre de pago). Dado que en ficción la mayoría de libros que editan son de autores extranjeros, en esta categoría estabamos pocos (a Dan Brown no se le vio :-). En cambio, los autores de no ficción ganaban por abrumadora mayoría. Así, tuve el placer de conocer a (y bailar con) Enrique Alcat, consultor de comunicación experto en crisis que, con la que está cayendo, triunfa allá donde va. Medio en broma, decidimos que su próximo título debería ser «Sufrir y ganar»: le veo potencial.  Me lo presentó Josep, que también está en racha.

También asistieron el ubicuo y entrañable Francesc Miralles, en compañía de Care Santos. Tenía ganas de saludarla porque sigo su blog y, gracias a Francesc, la oportunidad se dio. Poco después fue Isabel, lectora comentarista de mi otro blog, quien me conoció a mí. Una alegría más de la noche. Y fueron unas cuantas, como reencontrarme con Eva Pinel, la editora que primero apostó por Un hombre de pago, con los distribuidores de la novela…

Editores y editoras que fueron y serán brindaban con la familia Sabaté por estos venticinco años. Escuchando al fundador hablar de su mujer y de sus hijos (todos ellos en el equipo gestor), de su nieta (una niña guapísima que no parecía en absoluto desbordada por los focos), me dije que hace falta ser de una pasta especial para hacer crecer una editorial en una industria polarizada por dos grandes grupos. De una pasta fuerte.

Ni la lluvia aguó la fiesta, que continuaba en su apogeo a las dos de la mañana cuando servidora, habiendo superado la primera conga brasilera de la noche, se retiró a sus aposentos.

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¿Nos vemos mañana por la noche?

Hay que ver qué vuelta. Esta mañana me he despertado en COM Ràdio, ejerciendo de «tertuliana por un día» y viéndomelas con Enric Sopena (a quien la Wikipedia no le parece una fuente seria, aunque él tenga entrada propia) y Vicent Sanchís. Desde luego, esto es llegar y tirarse a la piscina.

Espero que mañana tendremos una conversación más distendida. La cita para hablar de lo que (nos) supone Escribir en tiempos digitales tendrá lugar a las 21.30h en la Biblioteca Tecla Sala de L’Hospitalet, que celebra su noche de puertas abiertas.

Nos convocan Librosfera y el Cuchitril literario y acudiremos en tropel El último peatón, Iván Humanes, Marcela de las Tres Musas y El veí de dalt. Después, celebración.

Allí estaremos, que los bloggers de noche «nos vestimos y salimos», como cantaba Mecano.

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Alegría

Alegría Es para mi una gran alegría anunciar aquí, en primicia, que la editorial Martínez Roca será la que publicará Una mujer como tú , mi segunda novela y segunda parte de la trilogía iniciada con Un hombre de pago .

Una mujer como tú llegará a las librerías en abril de 2009. Ya he conocido a mi editora, la mítica Carmen Fernández de Blas. En setiembre empezaremos a trabajar. Ahora toca celebrarlo.

 

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La vuelta al mundo leyendo thrillers

En el año 2003 atravesé un período de inmovilidad: la Neus viajera, de repente, tenía que quedarse en casa.  No empecé a llevarlo bien hasta que junto con Esther, una amiga en situación similar, ideamos nuestro particular proyecto: dar la vuelta al mundo leyendo thrillers.

En nuestro proyecto caben los detectives más variados: pueden ser hombres (la mayoría) o mujeres, jubilados o en activo, sanos o enfermos, animosos o deprimidos. Se trata de ver, a través de los ojos del autor que les concibió, el mundo que, temporalmente, no podíamos visitar.

Recuperada la movilidad física y geográfica, no hemos abdicado del proyecto. Esther y yo continuamos intercambiando libros y comentando las jugadas, los misterios y asesinatos que se cruzan en este viaje peculiar. Seguro que llevamos más de un centenar de thrillers leídos, gracias a los cuales hemos «estado» en países tan exóticos como Argelia, Rusia, Islandia o la India.

Quizás valga la pena ir anotando en este blog estas lecturas, para compartirlos con otras y para tener constancia de lo leído y lo por leer.

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700 firmas más tarde

firmar libros

Y tú, ¿qué marca eres? prepara la segunda edición. Para celebrarlo, además de indicar este hecho en la portada, la editorial me propuso una iniciativa que acepté por novedosa: firmar una parte de los ejemplares de la nueva tirada, como forma de personalizarlos.

Y así lo hice. Doy fe de que ayer, entre las 16.00 y las 18.20 h, comodamente instalada en las oficinas de la imprenta, firmé 700 ejemplares. Setecientos. Cuando vi la mesa con las pilas, pensé que la tarea era superior a mí. Decidí no desanimarme y encontrar un sistema de trabajo que me permitiera, cada tanto, desentumecer los dedos. Cada 20 ejemplares me ponía de pie y reorganizaba las pilas: firmados / pendientes.

Firmar es distinto a dedicar, porque no conocemos al lector. Para paliar esa dificultad, decidí -y cumplí- pensar, firma tras firma, en un lector/a y decirle mentalmente «Ojalá te interese» (alternandolo con «espero que te guste»). Dedicatorias de futuro, una a una.

El jefe de producción y el encargado de la imprenta, junto con las personas de administración, fueron muy amables y respetuosos, evitando las interrupciones para no distraerme. Y así fue como en dos horas y veinte minutos, con el runrun de las máquinas de fondo, firmé 700 ejemplares para los lectores que confío los leerán. Los libros se identificarán mediante una pegatina como la que ves. Siento curiosidad por saber cómo serán recibidos.

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Cosas que aprendí viendo la final de Wimbledon

Ayer, cosa extraña, me enganché a la tele y, raquetazo va, raquetazo viene, me vi entera la final del torneo de tenis de Wimbledon más larga de la historia.

En mi pasado remoto existe un club de tenis en verano, al que mis padres nos apuntaban y que yo detestaba. Lo único que me interesaba del club era, en este orden, la piscina y la fiesta social (ocasión extraordinaria en la que nos dejaban salir de noche). La pista, cero.

Viendo a Federer y a Nadal correr y sudar la camisa (literalmente: quedó comprobado que Rafa Nadal se seca el sudor después de todos y cada uno de los puntos, quizás como tic, quizás como estrategia), recordé las pelotas, la raqueta y la infancia.

Lo que aprendí ayer no tiene que ver con el tenis, sino con la concentración. Me impresionó mucho ver que los jugadores permanecían en el juego, concentrados, a pesar de que les observaban tropecientasmil personas en directo y unos cuantos millones por televisión, a pesar de las cámaras, a pesar de que en dos ocasiones tuvieron que dejar la pista por lluvia. Cuando la cámara enfocaba al jugador, uno u otro, me parecía notar que el deportista estaba ensimismado, en algun lugar mental propio, blindado a la presión exterior, focalizado en un único objetivo: ganar el punto para ganar el partido.

Estoy segura de que ambos tenistas tienen una técnica excelente pero creo que para llegar a un nivel tan alto, además del revés, hay que dominar la mente. Obsesionarse. Meterse dentro y centrarse sólo en el objetivo.

Me pregunto si seré capaz de llegar a un nivel de ensimismamiento similar al escribir. Si es posible interiorizar más, bajar a niveles todavía más subterráneos, aislarse más de los estímulos exteriores en pos de la frase que cierra el párrafo que cierra el capítulo que cierra el libro.

Sana envidia.

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