Mi Kindle y yo
En el 2007 la librería on-line Amazon sacó al mercado un lector de libros en formato electrónico o e-book. El artefacto lleva el nombre de Kindle, del inglés “prender”, como en “prender la llama”, aludiendo a su voluntad de “incendiar” un viejo orden editorial al que sustituirá un orden nuevo. Kindle es un reproductor fácilmente transportable y con alta capacidad de almacenamiento. ¿Te imaginas viajar llevando contigo 200 volúmenes de tu biblioteca en un aparato que apenas pesa 300 gramos? El dispositivo ofrece una imagen de buena calidad, podemos ampliar el cuerpo de letra a conveniencia y podemos, además, realizar anotaciones y guardar pasajes, del mismo modo que archivamos páginas web en la sección “Favoritos” de nuestro navegador. Además de leer libros, podemos “navegarlos”.
En el momento de escribir estas líneas Kindle sólo se comercializa en los EEUU en razón del alcance de los acuerdos de gestión de derechos a los que ha llegado Amazon. Si vives en ese país, mediante Wispernet, la wifi dedicada de Kindle, puedes conectarte a Amazon y comprar y descargar libros al instante. Yo compré mi Kindle en Seattle este verano,gracias a la posibilidad de contar con una dirección de correo física y una tarjeta de crédito estadounidense. Ya de vuelta en Barcelona, compro mis libros en formato electrónico en Amazon.com y me los descargo en mi ordenador al que, después, sincronizo mi Kindle, del mismo modo que compro canciones en iTunes y sincronizo mi iPod (a Kindle lo llaman “el iPod de los libros”).
Existen otros dispositivos en el mercado (en Soybits han editado una guía estupenda comparando los distintos modelos). También aquí, como en el caso de la música, se plantea el problema del formato al que debe volcarse un libro de modo que pueda ser leído por cualquier dispositivo, con independencia del fabricante. Hoy, un libro electrónico comprado en Amazon sólo puede leerse en un lector Kindle.
Los analistas consideran que el mercado de los e-books crece lentamente, pero de forma inexorable. Y estos cambios van a modificar el negocio de las editoriales (sobre éstas escribe con frecuencia y bien Javier Celaya). Creo que este nuevo orden también cambiará las cosas para los autores que sepan adaptarse a él.
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