En tiempos de crisis económica aumentan las ventas de barras de labios. Las consumidoras no podemos permitirnos otras alegrías y nos lanzamos a por el rouge como placebo asequible. Y los incrementos son significativos: en la crisis de 1992-1993, las ventas crecieron un 10%.
En la crisis actual, además, estamos encontrandos nuevos usos a la barrita. Para empezar, las seguidoras de Sarah Palin la empleaban como mechero en concierto. En los mitines, alzaban su barra de labios mostrando así su apoyo a la la candidata republicana a la presidencia de los EEUU, que se había definido a sí misma como «un pitbull con pintalabios».
La barra se ha utilizado además como arma de presión: los espectadores de Lipstick Jungle han enviado miles a la cadena de TV NBC para solicitar que la serie continue emitiéndose.
Han pasado 125 años desde que la Exposición Universal de Amsterdam de 1883 mostrara los primeros pintalabios modernos, a base de grasa de venado (ugh!). La capacidad simbólica del producto se refleja, de modo perverso, en las palabras de la actriz Carole Lombard: «Vivo según un código masculino, diseñado para un mundo de hombres y, sin embargo, nunca olvido que la primera responsabilidad de una mujer es buscar el tono ideal de pintalabios».
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Hola, Neus.
Sí, la verdad es que poco queda ya en lo que gastarse unos durillos para distraer las conciencias. El pintalabios para la mujer, y la cañita de la una para el hombre (porque ya ni siquiera el periódico, que ahora es gratis). ¿A dónde nos va a llevar la crisis?
Yo sigo sosteniendo la teoría de que realmente la crisis es un invento de los bancos y los Gobiernos, una excusa para subir los tipos de interés y la gasolina, y para que el Estado pague a los bancos por robarnos y que no les salga bien. Porque realmente, ¿estamos mucho peor que hace seis meses? ¿O un año?
¿O en realidad llevamos casi una década en un lento y progresivo descenso hacia la temida recesión, sin que nadie haya hecho nada por frenarlo? ¿Cuánto llevamos oyendo lo de la «burbuja inmobiliaria»? ¿Y lo de los «mileuristas» (bueno, eso un poco menos, que antes había pesetas, pero el concepto es el mismo)?
Lo que pasa es que ahora los que tienen el dinero de verdad (léase el G-20 y el Banco Mundial) le han visto las orejas al lobo, y entonces tendremos que ser los demás quienes paguemos los platos rotos…
En fin, es lo que tiene la utópica economía occidental…
Mientras queden barras de labios no habrá problema sin solución…
Gabriel: flaco pero cierto consuelo, sí señor. Saludos