La era de la incertidumbre

Mi generación es probablemente la que más garantías de supervivencia  ha tenido (eurocéntricamente hablando);  sin embargo, nunca nos hemos sentido menos seguros.

Vivimos más años y en mejores condiciones. Somos la generación más preparada y, en ella, las mujeres hemos alcanzado cuotas inauditas (lo que no quita que no hayamos pagado un precio considerable).  Estamos acostumbrados a la certeza; tanto, que nos atrevemos a medir cosas como el índice de felicidad de los países. Si encima, como es mi caso, trabajas en Internet, entonces ya la medición es obsesiva: todo puede medirse, todo puede mejorar. No hay límites a la bondad del conocimiento y de la tecnología. Podemos secuenciar nuestro ADN, reproducirnos con asistencia, podemos teletrabajar y tener más amigos (on-line) de los que cabrían en un bar.

Sin embargo, la realidad se obstina en no darnos la razón. Estamos en medio de una crisis que empezó siendo financiera y es ya integral (y de la que no vemos el final). Las prestaciones que dabamos por descontadas a cambio de nuestros impuestos se tambalean (¿quién pagará mi jubilación?). No podemos siquiera viajar con la calma de antes: nos acecha el MV (Maldito Volcán – a mí ya me ha saboteado una excursión), o un terrorista amateur en pleno centro de NY (a donde iré en breve, aunque -todo sea dicho- con el corazón encogido).

La generación más sana y mejor preparada de la Historia se compra pulseras que prometen la paz de espíritu. Es duro entender que hoy sólo la ansiedad nos hará libres.

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5 comentarios en “La era de la incertidumbre”

  1. Tras la ilusión de felicidad perpetua que nos prometía el crecimiento económic sin tasa combinado con maravillas recnológicas (internet, móviles) ahora se nos ha quedado cara de tontos.

    Aún así creo que vivimos con menos incertidumbre y ansiedad que los que vivieron la guerra fría. Pero tenemos que ser conscientes que no vivimos en un mundo de hadas.

  2. Me gustó el post. Yo creo que nos encanta esto de vivir al límite y llegando tarde a todas partes o sufrir más de lo necesario.
    Será que la adrenalina nos retroalimenta.

    Viví algunos años en Latinoamérica y debo decir que en algunos de esos países no sentía este estilo de vida que impera por aquí. Aunque las pulseritas, me temo, tienen éxito en todos los rincones del planeta.

    Sin querer filosofar demasiado sí estoy de acuerdo que, a pesar de estar más seguros que generaciones anteriores, siempre nos da la sensación que la vida antes era más fácil. Será porque tenían menos donde elegir y eso les restaba stress, no?

  3. Muy interesante. La naturaleza humana es inconformista. Lo que hoy nos produce angustia, creo que en generaciones anteriores no existía siquiera. Me parece que no solo es la realidad la que cambia, nosotros cambiamos quizás más y hay una carencia que genera esta sociedad que aparentemente nos lo ofrece todo: crecemos desarrollando una intolerancia a la frustración que nos deja sin recursos emocionales para enfrentarnos a algunas decepciones. Hay un concepto que me gustó, leído en algún estudio, que hablaba de la «inflación de las expectativas’. Es una de las razones de la ansiedad… esperamos mucho, y la decepción nos pilla en pañales.

    Muy buen post para reflexionar.

    (premié a tu blog: http://comunicar-t.blogspot.com/2010/05/premio-vale-la-pena.html)

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