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La sra. Rius, de moral distraída

[ACTUALIZACIÓN]: El libro La Sra. Rius es obra del periodista Julián Peiró y no mía (aunque Telecinco lo afirme por error). El texto que sigue es una reseña donde resumo mis impresiones de lectura.

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La Sra Rius es una tradición en la prensa catalana. Es nuestra madame local. En sus anuncios proporciona “Sras y Srtas no prof. En pisos y aptos. H. conv”.

Ahora la Sra. Rius rompe su discreto silencio y se confiesa con el periodista Julián Peiró en el libro homónimo. Sus editores son amigos, supe del libro hace un tiempo, prometí leerlo y lo he hecho, de un tirón.

La Sra. Rius nace y vive en una Barcelona de guerra y estraperlo que resulta familiar: confirma lo que siempre me contaron mis abuelos sobre la pobreza, la dificultad y la miseria de esa época. En su caso, estos factores se incrementan porque la protagonista pertenece a  lo que hoy llamaríamos “familia desestructurada” – y, curiosamente, su vida familiar posterior será así también, hasta que su negocio y quienes en él trabajan terminen convirtiéndose en su familia adoptiva.

El gran mérito del periodista Peiró es presentarnos a la Sra. Rius como persona. Con él vemos a la niña que se entrega por primera vez con quince años al señor que la mantiene (a ella y a una madre disfuncional) desde hace dos. Vemos a la mujer que entiende que su mejor oportunidad está en el amor de pago y que se profesionaliza (en régimen de puriempleo: por las mañanas trabaja en un despacho de aduanas). Vemos a la profesional que rápidamente capta las necesidades del cliente y del negocio, hasta establecerse por cuenta propia como madame. Vemos a la madame que se diferencia gracias a un sentido innato y peculiar de atención al cliente (hasta el punto de invitarles a compartir el almuerzo que esté cocinando).

La entendemos tanto que al final tenemos que recordarnos de qué va su negocio y plantearnos la propia posición moral, con las mismas preguntas que subyacen en un Un hombre de pago: ¿es lícito pagar?¿es un mal menor? ¿por qué pagar? ¿Quién paga? ¿pagaría yo? ¿pagarías tú?

(PD: Esta es la posición de la Sra. Rius sobre la prostitución masculina: «Una mujer que paga por estar con un hombre fácilmente tiene que ser una mujer resentida, porque pagar para el ego de la mujer es humillante. De creer que gustas y eres capaz de despertar pasiones a tener que pagar hay un abismo demasiado profundo». (pp.187-188)).

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Sr. Vergès, ¿quiere Vd cenar conmigo?


La semana pasada fui a ver El abogado del terror, el documental que Barbet Schroeder dedica al abogado parisino Jacques Vergès.

Vergès se especializa en defender a terroristas y criminales de guerra. Este posicionamiento tan extremo fue el que me llevó al cine: ¿Cómo puede alguien asumir la defensa de los miembros de la banda Baader Manhof, de otros terroristas varios, de Klaus Barbie incluso? ¿De Klaus Barbie? ¡Eso sí que no!

El abogado inicia su camino a la fama en los juicios previos a la independencia de Algeria, durante los cuales crea la denominada «estrategia de ruptura», por la cual los acusados no reconocen la autoridad del tribunal (con lo cual modifica las reglas del juego). Él es quien inicia las campañas internacionales de solidaridad con los presos.  Y gana. De Algeria Vergès sale especializado como «abogado de terroristas» y la verdad es que todos acaban vinculados a él. De ahí la pregunta ¿es comunista? ¿es un oportunista? ¿un extremista reaccionario? ¿un hombre traumatizado por sus origenes coloniales?

No puedo responder a la pregunta y ese es, creo, el gran mérito de la película.  Entras convencido de que tienes una «posición moral» (enfrentada a la de Vergès) y sales pensando que puede que no la compartas pero quizás sí entiendas la suya. En palabras de Gregorio Morán: «No es un trepador social, tampoco un revolucionario, ni un vulgar cómplice del terror. Es mucho más, es un abogado que demuestra que la ley es un trampa construida por los poderosos, que en ocasiones se les enreda en las patas del lobo y les hace temblar. No de vergüenza, como podría ser el caso, sino de miedo, quizá de complicidad».

A sus ochenta años, Vergès es un interlocutor formidable, elocuente y discreto, escurridizo y atractivo a la vez. Salí pensando que me gustaría cenar con él, quizás para intentar de nuevo responder a la pregunta. Dudo que el Sr. Vergès lea este blog pero, por si acaso, queda dicho.

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Confesiones de una diglósica

Gonzalo me preguntaba con mucha delicadeza por qué escribo en castellano y no en catalán.  Esto es lo que creo:

Escribo en castellano porque parezco bilingüe pero, en realidad, soy «diglósica». En Sociolingüistica la diglosia alude a la situación en la que en un mismo territorio coexisten dos lenguas, una considerada prestigiosa (que sirve para transmitir conocimiento) y otra considerada popular o familiar.

Éste es mi caso. Como todos los miembros de mi generación, empleé el catalán en casa y el castellano en la escuela. La diferenciación era de obligado cumplimiento hasta el punto de que una misma persona -yo- se llamaba de dos formas distintas: «Neus» en casa y «Nieves» en el colegio.  Esta situación bipolar me llevó a expresar los afectos en catalán y a aprender el mundo en castellano.

Después, cumplidos los 13 años, mi contexto sociolingüístico empezó a cambiar, de la mano de los cambios políticos, pero para entonces una primera visión del mundo ya estaba formada. Tanto es así que recuerdo perfectamete como mi hermana pequeña, diez años menor que yo (y, por tanto, educada en castellano y catalán) me pidió que le ayudara a hacer los deberes. Teníamos que repasar «El aparato auditivo». Fui incapaz. Los términos que ella había aprendido en catalán para designar las partes del oído me sonaban a chino: yo sólo los conocía en castellano.

Es cierto que después, durante mis años en la Escuela de Traductores de la U. Autònoma, me puse al día. ¡Y cómo! Aprendí gramática, fonética y ortología. Disfruté mucho e incluso me gané la vida durante un tiempo haciendo traducciones a este idioma. Me cabe el honor incluso de haber traducido al catalán El diamant gran com el Ritz, una antología de F. Scott Fitzgerald. Digamos que tengo ahora la competencia técnica para expresarme en catalán como si fuera bilingue. De hecho, mi primer texto publicado está escrito en catalán.

Y aún así, a pesar de toda la formación adicional y de muchas lecturas, en este momento de mi vida «me sale» escribir en castellano. Siento que en algun momento esta tendencia puede cambiar. Me gustaría volver a escribir en catalán y me alegraré cuando suceda.  Como me alegraría que mis novelas se publicasen en catalán. Pero eso ya no depende de mí: depende del mercado editorial. Y la coletilla es que «el mercado no puede absorber tantos títulos en dos idiomas». Lo dejamos aquí, porque esto daría para un monográfico más allá de mi diglosia confesada.

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Valencia: siempre las personas

Esto es lo que me queda grabado de mi paso por Valencia:

– La participante que, al terminar mi intervención, se me acercó y me dio las gracias:  «Creo que ahora voy a salir y me voy a comer el mundo» -dijo.  Eso no es un comentario: es un premio.

– El empleado de Renfe que conocí al azar y que se la jugó para conseguir que, por vía de un autobús y dos trenes, una ponente exhausta llegara a casa a las diez de la noche (en vez de a las dos de la mañana, como se preveía por el descarrilamiento de un tren anterior).

– Respondiendo a Gonzalo: Mi ponencia -«Porque tú lo vales»: La nueva consumidora– está incluída en el recopilatorio Tendencias de consumo y oportunidades de negocio que publica la Oficina Pateco de las Cámaras de Comercio de Valencia. El libro puede solicitarse a través de la propia Oficina Pateco. La publicación incluye otras presentaciones sobre nuevos nichos de mercado: los niños, los residentes extranjeros en España, los transumers…

Confirmado: Uno de los grandes beneficios de ser ponente es escuchar al resto de ponentes.

 

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«Compartir es crecer»-digo yo.

Peix&Co es una agencia singular: realiza campañas de comunicación externa e interna basadas siempre en citas célebres de mujeres autoras.

Hace un tiempo ya Gemma Cernuda, su fundadora y directora, me contactó pidiendome autorización para emplear una frase mía que le había interesado: «Compartir es crecer».

Estaba y estoy encantada de que la frase se utilice. Más que la autoría (y me halaga, seamos honestas), me importa el mensaje: cuanto más se difunda este mantra mío, mejor.

Uno de los clientes de Peix&Co seleccionó precisamente mi cita como eje de un congreso de turismo. La cita se aplicó a los materiales del congreso: a las acreditaciones, la papelería… Incluso se aplicó a elementos decorativos, como ¡globos!  Me parece un formato genial -nunca más fácil será que las palabras se las lleve el viento -y aquí dejo la prueba.

Al tema «Compartir es crecer» le estoy dando muchas vueltas últimamente.

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Marca personal: Cómo convertirse en la opción preferente, de Andrés Pérez

El título de este post es el del último libro de Marca personal que ha caído en mis manos, por cortesía de su autor, mi colega Andrés Pérez.

Andrés y yo empezamos a conversar sobre Marca y Marketing personal por allá el año 2005.  Para ambos fue un alivio saber que otro profesional se interesaba sobre este tema y que podíamos compartir inquietudes y oportunidades, en un esfuerzo común por presentar la Marca personal como una opción estratégica de posicionamiento individual.

Andrés ha trabajado el tema con detalle hasta destilar su propio método ADN de marca personal: Análisis/Diferenciación/Notoriedad. El método se describe en el libro, que te recomiendo, pero antes Andrés realiza una sólida presentación del concepto de marca personal, de sus orígenes. Argumenta por qué en una situación económica como la actual todos, asalariados y empleados por cuenta propia, debemos definir y proyectar el propio posicionamiento. Se acabaron los años dorados de jubilaciones con relojes de oro: hoy la seguridad laboral es una entelequia y sólo conociendo el propio valor podremos negociar en las mejores condiciones.

Del libro de Andrés me interesa en especial una faceta: el impulso de la marca personal desde el Departamento de Recursos humanos de una empresa. Andrés es crítico con determinados libros de gestión -«absurdas historias sobre quesos, hadas y brújulas» (pag. 56).  A éstos contrapone su visión de los profesionales en la empresa como eje central de la actividad de la misma,  desde una perspectiva 100% humanista que permea todo el libro.

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Margarit gana el Nacional de Poesía y yo me alegro

Joan Margarit ha ganado el Premio Nacional de Poesía por su Casa de Misericordia.

Me alegro por él, me alegro por Mònica Margarit y te recomiendo, si no lo has hecho ya, que salgas disparado/a a comprar el poemario y lo leas (en mi caso, armada con una caja de Kleenex). La poesía de Margarit nos lleva de la tristeza al refugio y al consuelo, ambos necesarios siempre.

Como persona, valoro en Margarit además la combinatoria de dos vocaciones, la arquitectura y la poesía, y me sirve como ejemplo positivo de multitasking.

¡Me alegro de verdad!

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Google no es gratis

Ayer a las 19.30 h me puse en pie y, en una aula llena hasta la bandera, expuse durante una hora y a velocidad de crucero mis reflexiones sobre marca personal e identidad digital. Organizaba el evento la Asociación de Antiguos Alumnos del IDEC- Universitat Pompeu Fabra.

La mayoría de los AA eran más jovenes que yo (?!) y tenían experiencia en primera persona de conceptos como redes sociales o «googleizar». Lo que no tenían -lo que no tenemos, en general- es conciencia de la huella digital que dejamos al interactuar en la Red.  Esa es la parte de mi intervención que genera siempre más sorpresa y mayor debate. Después de todo, estamos acostumbrados a vivir en el mundo feliz de Google (insertese aquí el nombre de la plataforma o herramienta free que se desee) donde las interacciones son fáciles y gratuitas.

¿Gratuitas? Ha llegado el momento de entender la información (especialmente la personal) como moneda de cambio. El trueque es éste: el usuario proporciona información. Por información entiendo: datos personales, empleo de determinadas expresiones de búsqueda, enlace a otra página, interacción con otro usuario… A cambio, tiene acceso a herramientas sin coste para él. La plataforma consigue estos datos y los revende a los anunciantes. Si nosotros somos la principal fuente de información sobre nosotros mismos (Anil Dash, SixApart), somos también responsables de cómo la compartimos.

Y compartirla, la compartimos con alegría. Me pregunto: si vas a una fiesta donde apenas conoces a nadie, ¿te animas a exponer tus creencias religiosas al primero que encuentras? Si en la presencialidad ni se te ocurre proporcionar ese dato, por íntimo, ¿por qué en Facebook sí?

El debate fue interesante y la asistencia siguió el ritmo infernal sin perder comba. Tuve ocasión de conocer en persona a Lola como mola, de saludar a algunos ex-alumnos míos y de documentarme para mi nueva novela (esto último, de estranjis). Y a las nueve, a casa, que para ser lunes no está mal.

PD: Y tú, ¿qué marca eres? ha sido seleccionado por Casa del Libro para su sección especial de libros sobre Marcas

 

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Multitasking: la buena vida (loca)

He empezado el día leyendo el post de un blogger un tanto peculiar. Hugh Macleod es un ilustrador / especialista en Marketing (como yo) / escritor (como yo).  Lo que me atrae de su discurso es la capacidad de reconocerme en él: vivimos ambos en muchos mundos a la vez. A menudo nos lamentamos pero a veces, como hoy, no nos cambiaríamos por nadie.

La vida en modo multitasking genera opiniones encontradas. Para algunos la especialización es importante: hacer solo una cosa para hacerla muy bien. Este ha sido el paradigma imperante hasta hace poco. Seguro que permitía una mayor concentración, pero de por sí pasar más tiempo haciendo algo no es garantía de calidad. Por el hecho de sentarse frente al ordenador cada día todo el día uno no escribe mejor. Ni siquiera escribe más.

Hoy vivimos en un entorno socioeconómico distinto, en el que las mujeres trabajan fuera de casa, las personas vivimos más años (¿de verdad queremos pasarlos todos haciendo lo mismo?) y las nuevas tecnologías permiten compaginar tareas. En este contexto surgen las nuevas identidades, que ya no son monolíticas sino poliédricas: tenemos ministros artistas (Gilberto Gil), modelos que cantan (Bimba Bosé), empresarios-expresidiarios-que escriben (Jorge de la Hidalga, una persona excepcional a quien conocí el año pasado)….

Claro que hay días en que me gustaría tener más tiempo para escribir. Pero el tiempo, si se busca, se encuentra: al final, todos tenemos el mismo número de horas. Y, como dice McLeod:

«I DON’T like waking up in the morning and doing the same thing every day. I LIKE having all these different balls in the air- cartooning, painting, consulting, writing, marketing, blogging etc. Sure, part of me would like nothing better than just «retiring to the desert and making paintings», but another part of me likes all the running around in different directions. And all this running around DOES get tiring, I can tell you that. Sometimes I LOVE the feeling of being constantly overwhelmed. Other times I utterly despise it».

Así vivo hoy el multitasking: Livin’ la vida loca.

 

 

 

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Del colegio a Internet: historia de este web

Uno de mis proyectos para el 2008 era desarrollar mi sitio web personal. Mi presencia digital hasta ahora se repartía entre el web de mi empresa y el de Un hombre de pago, mi primera novela. Esta bipolaridad me encorsetaba y generaba confusión entre los lectores, para los que era imposible conectar una y otra Neus. De ahí la voluntad de crear un sitio personal en el que conversar: sobre libros, sobre Marketing, sobre la mujer hoy y sobre tantos otros temas que me gustaría plantear en abierto.

Los contenidos de mi web personal no eran especialmente complicados de organizar: se trataba de ordenar los diversos capítulos de mi vida. La dificultad se planteó a la hora de identificar una agencia de diseño que entendiera mi posición y la expresara gráficamente.

En esas estaba cuando, en marzo, Planeta de Agostini organizó la presentación de mi (por ahora) último libro de Marketing, Y tú, ¿qué marca eres? El tema tuvo poder de convocatoria, los medios se hiceron eco de la cita y la sala se llenó. Entre las caras conocidas, una que me resultó familiar: la de Núria.

Núria y yo fuimos compañeras de colegio, desde parvulario hasta COU. Allí nos perdimos la pista. Y no volvimos a vernos en ¡27! años. El reencuentro fue muy emotivo, el primero de una serie de encuentros para ponernos al día. Pues bien: Núria se dedica al diseño gráfico y está interesadísima por la web 2.0 y los nuevos medios sociales. Y hablando, hablando, llegamos a la conclusión de que su agencia era un buen socio para desarrollar este proyecto – Y así ha sido.

Moraleja: publicar tiene muchas ventajas añadidas. Los reencuentros felices son seguramente una de las mejores.

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