Escritura

Literatura para mujeres: ¿hace falta redimirse?

Hace un tiempo escribí que la literatura para mujeres es un club al que nadie quiere pertenecer. La etiqueta «chick lit» se usa para ubicar «literatura rosa para mujeres sofisticadas» (Qué leer, octubre de 2008) y a muchas el color rosa, sinceramente, nos pone los pelos de punta.

La chick lit se presenta como «género literario aliado con el entretenimiento popular» (Harzewski, S.). «Rosa» y «popular» son adjetivos que connotan como pocos «poca calidad». Es cierto que existen muchas novelas para mujeres que resultan infumables, repetitivas y sexistas. Pero lo mismo puede decirse de muchos thrillers, de novelas históricas o de obras «pseudoliterarias». De todo hay y no todo es bueno. Ni malo.

En el caso de la chick lit, las evocaciones negativas son tan fuertes que a una le dan ganas de esconderse cuando la propia novela se califica así.  Las autoras optan por desligarse del género como estrategia para «ser tomadas en serio». Marian Keyes, una de sus madres fundadoras, ha conseguido sus mejores críticas cuando se ha dedicado a escribir sobre un «asunto serio» (la violencia doméstica). Entre nosotros, a Sílvia Soler le dan un premio no por su 39 + 1 sino por una novela sobre la postguerra. Ambas parecen entonces haberse «redimido» de su pasado «chicklitero».

La pregunta es: ¿por qué redimirse? ¿Qué hay de malo en la literatura para mujeres como género? ¿Por qué es tan denostado? ¿Por qué cuando las mujeres escribimos sobre nosotras mismas «no somos serias»?   Los dilemas que plantean las novelas de chick lit sobre la propia proyección, las opciones a las que se enfrenta una mujer, sus relaciones sociales y de pareja son legítimos y no deben ser empequeñecidos. Frivolizar sobre la chick lit es frivolizar sobre la condición femenina y juzgarla desde los parámetros predominantes (es decir, los masculinos).

 

 

 

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Telefonista

(De la entrevista del Financial Times a la escritora Gillian Slovo, 15/16 Nov 08)

«FT: ¿Qué haría Usted si tuviera que dejar de escribir?

GS: Me resulta impensable. Para alejarme del escritorio tendría que embarcarme en caminatas que durasen semanas, incluso meses. Entonces, desesperada por haber fracasado, me convertiría en telefonista».

 

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Una mujer como tú tiene un plan

Una mujer como tú se publicará en marzo. «¡Falta mucho!», pensarás. Yo creo que no. Que no falta mucho tiempo para conceptualitzar y preparar las acciones que se pueden hacer para apoyar al libro.

Por eso en estos días nos hemos reunido con Olga (inf izq., mi editora), Ana (inf. dª), Directora de Comunicación y Alejandra (sup dª), Responsable de Marketing de la editorial Martínez Roca, para compartir ideas que ayuden a la visibilidad de la novela.

En un país en el que cada día (incluyendo sábados y domingos) se publican 220 novedades, la visibilidad es un factor determinante si queremos que los lectores -y me reitero- «vean» la novela.  Por eso estamos trabajando ya para darle un empujón.

PD: De Marketing para escritores hablaré el próximo sábado día 8 en Barcelona. La Asociación de Escritores Noveles me invita a participar en su Jornada «De novel a Nobel».

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Confesiones de una diglósica

Gonzalo me preguntaba con mucha delicadeza por qué escribo en castellano y no en catalán.  Esto es lo que creo:

Escribo en castellano porque parezco bilingüe pero, en realidad, soy «diglósica». En Sociolingüistica la diglosia alude a la situación en la que en un mismo territorio coexisten dos lenguas, una considerada prestigiosa (que sirve para transmitir conocimiento) y otra considerada popular o familiar.

Éste es mi caso. Como todos los miembros de mi generación, empleé el catalán en casa y el castellano en la escuela. La diferenciación era de obligado cumplimiento hasta el punto de que una misma persona -yo- se llamaba de dos formas distintas: «Neus» en casa y «Nieves» en el colegio.  Esta situación bipolar me llevó a expresar los afectos en catalán y a aprender el mundo en castellano.

Después, cumplidos los 13 años, mi contexto sociolingüístico empezó a cambiar, de la mano de los cambios políticos, pero para entonces una primera visión del mundo ya estaba formada. Tanto es así que recuerdo perfectamete como mi hermana pequeña, diez años menor que yo (y, por tanto, educada en castellano y catalán) me pidió que le ayudara a hacer los deberes. Teníamos que repasar «El aparato auditivo». Fui incapaz. Los términos que ella había aprendido en catalán para designar las partes del oído me sonaban a chino: yo sólo los conocía en castellano.

Es cierto que después, durante mis años en la Escuela de Traductores de la U. Autònoma, me puse al día. ¡Y cómo! Aprendí gramática, fonética y ortología. Disfruté mucho e incluso me gané la vida durante un tiempo haciendo traducciones a este idioma. Me cabe el honor incluso de haber traducido al catalán El diamant gran com el Ritz, una antología de F. Scott Fitzgerald. Digamos que tengo ahora la competencia técnica para expresarme en catalán como si fuera bilingue. De hecho, mi primer texto publicado está escrito en catalán.

Y aún así, a pesar de toda la formación adicional y de muchas lecturas, en este momento de mi vida «me sale» escribir en castellano. Siento que en algun momento esta tendencia puede cambiar. Me gustaría volver a escribir en catalán y me alegraré cuando suceda.  Como me alegraría que mis novelas se publicasen en catalán. Pero eso ya no depende de mí: depende del mercado editorial. Y la coletilla es que «el mercado no puede absorber tantos títulos en dos idiomas». Lo dejamos aquí, porque esto daría para un monográfico más allá de mi diglosia confesada.

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¿Por dinero o por placer?

Continuando con mi ronda de encuentros editoriales, ayer por la tarde me reuní con un amigo librero para hablar de nuestros respectivos proyectos futuros.

Su visión de la cadena de valor editorial me confirmó lo que ya sabíamos: el editorial es un mercado (no una ONG), la participación de los diversos agentes (editores, distribuidores, comerciales, libreros, medios de comunicación) está (des)coordinada, existen «modas» (véase al respecto el suplemento «Culturas» de La Vanguardia ayer, sobre el auge de la novela histórica).  Conclusión: conseguir que un libro se venda es más improbable que ganar la lotería. La probabilidad disminuye si el libro en cuestión es novela.

Oído lo cual, esta autora se pregunta si tenemos que guiarnos por el mercado o por el placer. ¿Cómo decidimos qué escribir? ¿Nos esforzamos en tomarle el pulso al mercado, con la esperanza de tener así más boletos de lotería? ¿O pasamos de todo y escribimos aquello que nos llama?

La respuesta tradicional es la de dejarse llevar por la voz interior y escribir por placer. Esa es quizás la zona de confort, la respuesta intuitiva. Escribir cueste lo que cueste. Pero escribimos para ser leídos y el lector encuentra nuestro libro en un mercado. ¿Entonces?

Se me dirá que existe un amplio espectro de posibilidades, desde el oscurantismo purista al best-sellerismo «caiga quien caiga». Y es en ese espectro donde cada quien tiene que posicionarse.

No es fácil, no.

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Oído barra

Esta mañana me he reunido con Fèlix Riera,  Director editorial de Grup 62.

La ocasión la pintaban calva para intentar descubrir cúal es el ingrediente que hace que algunas novelas adquieran mucha visibilidad en un mercado hipersaturado. Riera, del tema, sabe mucho. Entre los «tropecientos mil» editoriales y sellos que coordina, este año se han apuntado dos Harry Potters, «El niño con pijama de rayas» y unos cuantos éxitos más en catalán, un mercado con un número de lectores potencial en principio modesto. 

Yo pensabla que el quid estaba en el género, como si se tratara de modas: «esta temporada se lleva la novela histórica». Riera me ha venido a decir, sin embargo, que es el autor y no el género el que determina el éxito de una novela.

Para pensar.

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Margarit gana el Nacional de Poesía y yo me alegro

Joan Margarit ha ganado el Premio Nacional de Poesía por su Casa de Misericordia.

Me alegro por él, me alegro por Mònica Margarit y te recomiendo, si no lo has hecho ya, que salgas disparado/a a comprar el poemario y lo leas (en mi caso, armada con una caja de Kleenex). La poesía de Margarit nos lleva de la tristeza al refugio y al consuelo, ambos necesarios siempre.

Como persona, valoro en Margarit además la combinatoria de dos vocaciones, la arquitectura y la poesía, y me sirve como ejemplo positivo de multitasking.

¡Me alegro de verdad!

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Multitasking: la buena vida (loca)

He empezado el día leyendo el post de un blogger un tanto peculiar. Hugh Macleod es un ilustrador / especialista en Marketing (como yo) / escritor (como yo).  Lo que me atrae de su discurso es la capacidad de reconocerme en él: vivimos ambos en muchos mundos a la vez. A menudo nos lamentamos pero a veces, como hoy, no nos cambiaríamos por nadie.

La vida en modo multitasking genera opiniones encontradas. Para algunos la especialización es importante: hacer solo una cosa para hacerla muy bien. Este ha sido el paradigma imperante hasta hace poco. Seguro que permitía una mayor concentración, pero de por sí pasar más tiempo haciendo algo no es garantía de calidad. Por el hecho de sentarse frente al ordenador cada día todo el día uno no escribe mejor. Ni siquiera escribe más.

Hoy vivimos en un entorno socioeconómico distinto, en el que las mujeres trabajan fuera de casa, las personas vivimos más años (¿de verdad queremos pasarlos todos haciendo lo mismo?) y las nuevas tecnologías permiten compaginar tareas. En este contexto surgen las nuevas identidades, que ya no son monolíticas sino poliédricas: tenemos ministros artistas (Gilberto Gil), modelos que cantan (Bimba Bosé), empresarios-expresidiarios-que escriben (Jorge de la Hidalga, una persona excepcional a quien conocí el año pasado)….

Claro que hay días en que me gustaría tener más tiempo para escribir. Pero el tiempo, si se busca, se encuentra: al final, todos tenemos el mismo número de horas. Y, como dice McLeod:

«I DON’T like waking up in the morning and doing the same thing every day. I LIKE having all these different balls in the air- cartooning, painting, consulting, writing, marketing, blogging etc. Sure, part of me would like nothing better than just «retiring to the desert and making paintings», but another part of me likes all the running around in different directions. And all this running around DOES get tiring, I can tell you that. Sometimes I LOVE the feeling of being constantly overwhelmed. Other times I utterly despise it».

Así vivo hoy el multitasking: Livin’ la vida loca.

 

 

 

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Fiesta planetaria

Una fiesta planetaria fue la que celebramos el viernes, con motivo del 25º aniversario de la editorial Urano.

Asistí como autora (su sello Umbriel ha publicado mi novela Un hombre de pago). Dado que en ficción la mayoría de libros que editan son de autores extranjeros, en esta categoría estabamos pocos (a Dan Brown no se le vio :-). En cambio, los autores de no ficción ganaban por abrumadora mayoría. Así, tuve el placer de conocer a (y bailar con) Enrique Alcat, consultor de comunicación experto en crisis que, con la que está cayendo, triunfa allá donde va. Medio en broma, decidimos que su próximo título debería ser «Sufrir y ganar»: le veo potencial.  Me lo presentó Josep, que también está en racha.

También asistieron el ubicuo y entrañable Francesc Miralles, en compañía de Care Santos. Tenía ganas de saludarla porque sigo su blog y, gracias a Francesc, la oportunidad se dio. Poco después fue Isabel, lectora comentarista de mi otro blog, quien me conoció a mí. Una alegría más de la noche. Y fueron unas cuantas, como reencontrarme con Eva Pinel, la editora que primero apostó por Un hombre de pago, con los distribuidores de la novela…

Editores y editoras que fueron y serán brindaban con la familia Sabaté por estos venticinco años. Escuchando al fundador hablar de su mujer y de sus hijos (todos ellos en el equipo gestor), de su nieta (una niña guapísima que no parecía en absoluto desbordada por los focos), me dije que hace falta ser de una pasta especial para hacer crecer una editorial en una industria polarizada por dos grandes grupos. De una pasta fuerte.

Ni la lluvia aguó la fiesta, que continuaba en su apogeo a las dos de la mañana cuando servidora, habiendo superado la primera conga brasilera de la noche, se retiró a sus aposentos.

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¿Nos vemos mañana por la noche?

Hay que ver qué vuelta. Esta mañana me he despertado en COM Ràdio, ejerciendo de «tertuliana por un día» y viéndomelas con Enric Sopena (a quien la Wikipedia no le parece una fuente seria, aunque él tenga entrada propia) y Vicent Sanchís. Desde luego, esto es llegar y tirarse a la piscina.

Espero que mañana tendremos una conversación más distendida. La cita para hablar de lo que (nos) supone Escribir en tiempos digitales tendrá lugar a las 21.30h en la Biblioteca Tecla Sala de L’Hospitalet, que celebra su noche de puertas abiertas.

Nos convocan Librosfera y el Cuchitril literario y acudiremos en tropel El último peatón, Iván Humanes, Marcela de las Tres Musas y El veí de dalt. Después, celebración.

Allí estaremos, que los bloggers de noche «nos vestimos y salimos», como cantaba Mecano.

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