mayo 2010

Los Doscientos se despiden

El proyecto de leer Todo tiene un precio junto con doscientos voluntarios, miembros de la comunidad trnd, llega a su final.

La experiencia ha sido para mí muy interesante, como un gran club de lectura en el que intercambiar opiniones. Espero que mi presencia no haya coartado a ningun lector/a a la hora de manifestar su crítica.

Me quedo con la idea de «engancha» y con la propuesta de una segunda parte de la novela, las opiniones más frecuentes. Y también me quedo con el convencimiento de que cuando hay respeto, no hay conversación imposible, ni siquiera entre doscientas personas a la vez.

Estos doscientos voluntarios me han ratificado lo que denomino «la amabilidad de los extraños», la generosidad y dedicación que nos brindan -y no sólo a los escritores- personas a quienes no conocemos.

Un lujo de proyecto, en definitiva.

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La convergencia y el bolso

A la hora de hacer maletas visualizo en toda su dimensión la actual falta de convergencia. Necesito encontrar un bolso que pueda facturarse en cabina y que no me destroce la espalda en el que quepan: el notebook; su cable, protector y cable de teléfono (en caso de ausencia de wifi); el Kindle y su cargador correspondiente; la blackberry y su cargador; el adaptador (para el enchufe).

¿Dónde está el teléfono / ordenador / dispositivo lector todo en uno, que sirve para todo y todo lo hace bien?  Para mí la respuesta no es el iPhone ni el iPad. La respuesta no se ha inventado todavía. En el interin, si fuera fabricante de bolsos de viaje, aumentaría el tamaño. Ya que el contenido no resuelve las necesidades del usuario, adecuemos el continente.

Hasta la vuelta.

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¿Visibilidad o reputación?

Visibilidad y reputación son dos caras de la misma moneda. Según se ponga el acento en uno u otro concepto, se llega a una percepción distinta de la Red.

«El miedo vende». Lo he dicho y lo publica hoy «El país«. El reportaje en cuestión se centra en la reputación negativa, en el impacto de las críticas y en los sitios web que, desde posiciones más o menos anónimas, permiten disparar a todo lo que se mueve. Precisamente porque el miedo vende interesa cargar las tintas contra los comportamientos digitales lesivos y no centrarse en los beneficios de la Red.

Visibilidad. La Red democratiza la visibilidad y permite que profesionales y empresas que no disponen de un gran presupuesto puedan presentar su oferta a su público. No hacen falta recursos astronómicos, porque la mayoría de plataformas que conforman los Social Media son de uso gratuito. Este es el gran cambio y la gran oportunidad que, antes de Internet, no existía.

Ojalá pronto la visibilidad «venda» más que el miedo.

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Los libros, a la nube

Hace dos meses anoté mi intuición de que el futuro de los libros, como el de la música, estaba en la nube. De Spotify a «Bookify», para entendernos. Poco me imaginaba que Google -¿quién sino?- ya estaba en ello.

El buscador ya ha anunciado su decisión de convertirse en neo-librero, vendiendo libros que no se descargarán en ninguna terminal concreta sino que se leerán, desde cualquier soporte, en la nube.  De hecho, su Vicepresidente para Alianzas estratégicas va a presentar el proyecto en unos días en BookExpo America, la feria del libro de los EEUU, y allí estaré, sentada en primera fila. Los libros son la «nueva frontera» de los contenidos digitales, mi área de especialización.  Cómo leeremos -no sólo «qué leeremos»-y cómo «encontraremos» aquello que queremos leer no es sólo una cuestión de tecnología sino que impactará decididamente nuestro modo de interpretar el mundo y relacionarlos con él: ¿Acaso no leemos -y escribimos- para eso?

Antes de irme a Nueva York habré hablado de libros y contenidos digitales:

Este miércoles 12, a las 19h, en la Primavera literaria de Tarragona, invitada por la Assoc. Ariadna.

El lunes 17, a las 19h, en el XII Curso sobre la Creación literaria y la edición (Ámbito cultural ECI).

El jueves 20, a las 16h, en las 12 Jornadas Catalanas de Información y Documentación.

Libros, libros, libros. Un sector tan venerable y una transformación tan rápida.

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La era de la incertidumbre

Mi generación es probablemente la que más garantías de supervivencia  ha tenido (eurocéntricamente hablando);  sin embargo, nunca nos hemos sentido menos seguros.

Vivimos más años y en mejores condiciones. Somos la generación más preparada y, en ella, las mujeres hemos alcanzado cuotas inauditas (lo que no quita que no hayamos pagado un precio considerable).  Estamos acostumbrados a la certeza; tanto, que nos atrevemos a medir cosas como el índice de felicidad de los países. Si encima, como es mi caso, trabajas en Internet, entonces ya la medición es obsesiva: todo puede medirse, todo puede mejorar. No hay límites a la bondad del conocimiento y de la tecnología. Podemos secuenciar nuestro ADN, reproducirnos con asistencia, podemos teletrabajar y tener más amigos (on-line) de los que cabrían en un bar.

Sin embargo, la realidad se obstina en no darnos la razón. Estamos en medio de una crisis que empezó siendo financiera y es ya integral (y de la que no vemos el final). Las prestaciones que dabamos por descontadas a cambio de nuestros impuestos se tambalean (¿quién pagará mi jubilación?). No podemos siquiera viajar con la calma de antes: nos acecha el MV (Maldito Volcán – a mí ya me ha saboteado una excursión), o un terrorista amateur en pleno centro de NY (a donde iré en breve, aunque -todo sea dicho- con el corazón encogido).

La generación más sana y mejor preparada de la Historia se compra pulseras que prometen la paz de espíritu. Es duro entender que hoy sólo la ansiedad nos hará libres.

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