agosto 2009

Las reseñas de mi suegra

Has leído bien: no son «recetas», sino «reseñas».

Mi suegra fue bibliotecaria hasta jubilarse: hoy es socia de una librería. Total, una vida entre libros. ¡Y cómo los conoce!  Que mi suegra me mande un libro es un regalo. En primer lugar, porque de todos los títulos que le llegan selecciona los que cree que pueden interesar. En segundo y principal, porque los reseña.

La cosa tiene truco. A veces la reseña llega por teléfono o email. En otras -las mejores- acompaña al ejemplar en forma de post-it. Así, en la portada del libro en cuestión, mi suegra engancha el cuadradito amarillo con una frase críptica: «La protagonista tiene agallas, pero el final decae». Y no falla. Mi suegra consigue, una y otra vez, poner de relieve los puntos fuertes de una obra: el enfoque, la trama, los personajes o aquellos aspectos que en verdad son significativos. Cada vez que los termino pienso: «¡Lo ha clavao!». En una ocasión le comenté que patentara la «reseña post-it» , pero por ahora no muestra interés.

La mía es la suegra ideal para una escritora. No sólo no se preocupa en absoluto por mi incapacidad culinaria (que prometo resolver: es uno de mis buenos propósitos para este curso, y el anterior, y el anterior, me temo). Lo que en verdad me consuela es que a mi suegra ser escritor le parece normal: no hay nada excesivamente absurdo, ni excesivamente poético, no hay nada excesivo en escribir.

Por todas estas razones no te extrañes de que le haya dedicado mi próximo libro, precisamente, a mi suegra.

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Un verano analógico en conclusión

Llevo tres días de vuelta y mi vida ya ha cambiado. La principal transformación es pasar del ocio al negocio, claro, pero para mí el cambio fundamental ha sido volver al mundo digital después de un retiro casi 100% analógico (aunque confieso más conexiones de las previstas). Tres días han sido suficientes para percibir diferencias claras entre la vida en on o en off. Apunto dos.

Capacidad de atención. Este verano he disfrutado de sesiones largas de lectura en profundidad. Me he dado cuenta de que «leía distinto», porque podía concentrarme mejor. La Red va a cambiar los hábitos de lectura, incluso de los lectores empedernidos. Vamos a leer a retazos, enlazando e hiperconectando. Como hace la autora del artículo aquí enlazado, ya sólo me falta llevarme el Kindle al gimnasio y pedalear mientras paso página a golpe de pulgar (lo probaré).

Integridad. Valoro la integridad profesional, frente a ciertas imposturas cada vez más sutiles:  percibo un cierto overbooking de gurus hablando de oídas. ¿Qué entiendo por integridad? Tener una propuesta de valor coherente, consistente y probada, reconociendo y citando referencias y datos. Quizás peco de ingenua, pero confío en los mecanismos correctores de la Red y en el buen juicio de los usuarios.

Feliz regreso.

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