junio 2009

«Un hombre de pago» en Telecinco

Esta mañana he grabado una nueva entrevista sobre Un hombre de pago, esta vez para la cadena Telecinco.

Las preguntas se interesan, como sucede casi siempre, por dos aspectos: el proceso de documentación y la valoración. «¿Cómo son las clientas?» «¿Cómo conseguiste contactar con ellas?» «¿Qué opinión te merece que una mujer pague por compañía?».

Y escribo aquí lo que he dicho allí. Tenemos ahora mismo en Europa un Presidente de gobierno bajo sospecha porque suele o solía organizar fiestas con asistencia de veline de pago. Aún así, ha ganado las elecciones municipales y provinciales. ¿Sucedería lo mismo si se tratara de un Presidenta de gobierno?  ¿O la recusación sería mayor?  Y, en el trasfondo, el tema que de verdad me interesa: ¿Por qué somos socialmente invisibles las mujeres a partir de una cierta edad? ¿Y por qué eso nos afecta hasta el punto que existan mujeres dispuestas a «pagar por visibilidad»?

Esa es la conversación que empezó hace ya casi tres años con Un hombre de pago y continua ahora con Una mujer como tú.

 

 

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La noche más corta

La de hoy es la noche más corta del año. Aquí lo celebramos en la verbena de Sant Joan: nos lanzamos a tirar petardos y a comer coca y beber cava, preferiblemente en las azoteas o en las playas.

Hoy es también mi cumpleaños. De adolescente me traumatizó, creo, que mi propia fiesta de aniversario «compitiera» con la verbena: a ver quien era la guapa que invitaba a los amigos a soplar las velas cuando quien más, quien menos, tenía su fiesta al aire libre y junto a una hoguera. La solución pasó por inventar un 2 x1 = la «verbena de cumpleaños». Y hasta hoy.

Quizás por eso en Una mujer como tú decidí que la trama finalizara en una noche como hoy, en una azotea de Barcelona.

¡Feliz solsticio!

sant joan by vitelone
(Foto: Vitelone)

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¿Qué haría Google si fuera una revista cultural?

Esta es una de las preguntas que formulamos durante el seminario sobre Revistas culturales y modelos de negocio en el nuevo entorno digital, organizado por la Asociación de Revistas Culturales de España  (ARCE) la pasada semana en El Escorial.

Mi intervención se centró en los nuevos modelos publicitarios. Y la propuesta fue ésta:

  • Hoy el recurso escaso es la capacidad de atención. Vender capacidad de atención a través de programas de inserción publicitaria como Adsense es una oportunidad para que las revistas obtengan ingresos en su digitalización, pero en mi opinión el riesgo (de perder la atención) es superior al beneficio.
  • La alternativa pasa por considerar al suscriptor / lector como la unidad de medida y proponerle una experiencia diferenciada. Estaríamos así frente al editor wiki, que conoce los intereses de sus lectores, los anticipa, los satisface y los complementa mediante alianzas estratégicas con otros actores digitales.
  • Las revistas deben aliarse con sus autores en mutuo beneficio: la visibilidad de unos y otros se incrementa mediante acciones concertadas de promoción.
  • Debemos pasar «de la economía del contenido a la economía del enlace». Ésta es la recomendación que transmite Jeff Jarvis en su What Would Google Do? al hablar específicamente de qué haría Google si fuera una revista: publicar contenido diferenciado, indexable y enlazado; encontrar nuevas eficiencias (Do what you do best and link to the rest) y buscar nuevas oportunidades de negocio en el entorno digital.

Los participantes en el seminario se han unido, bajo el paragüas de ARCE y en colaboración con Publidisa, para lanzar un quiosco digital en el que los usuarios podemos adquirir sus ejemplares en formato electrónico. En un sector en transición, un paso así es un gran paso en el que, por prueba y error, las revistas culturales pueden encontrar nuevos yacimientos de oportunidad -y de lectores- más allá de las limitaciones físicas y geográficas del papel.

Disfruté con el seminario y con la actitud activa (¿debo decir «combativa»? 🙂 de quienes asistieron. Sobre la conferencia ha escrito también Jordi Mustieles de Soybits, autor de la «foto incunable», y Txetxu Barandiarán.

Google

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La ilusión, de Josep López Romero

Los libros no llegan a mi vida porque sí. Por una especie de baraka inexplicable, los libros me encuentran en el momento vital más oportuno. El último que me ha encontrado ha sido La ilusión, de Josep López. Su autor me dedicó un ejemplar en una fiesta en la que coincidimos. El libro duró poco en la «pila de espera». Valiéndose de una especie de fuerza extraña, él solo se encaramó a la pole position y consiguió saltarse el turno.

La ilusión describe, en una fábula, el camino recorrido por su protagonista, Esperanza, desde la crisis personal a la recuperación. En el cuento el umbral se cruza para entrar en un peculiar parque de atracciones donde los espejos y las montañas rusas evocan las preguntas y apuntan las cualidades que necesitamos si queremos recobrar la energía. Como dice la protagonista, al resumir la lección aprendida, «Pierdes la ilusión cuando pierdes de vista tus objetivos vitales, cuando tus actos no están en línea con tus deseos, cuando te resignas y aceptas la imposición de la realidad, cuando te sientes solo y además te empeñas en seguir estándolo porque no compartes con los demás. Pierdes la ilusión cuando dejas de creer en ella y alimentarla. Todo proyecto humano debe estar presidido por la ilusión. Y esa ilusión hay que alimentarla cada día».

La ilusión no es la alegría histérica: es la sensación de que uno va por donde quiere ir y hacia donde quiere ir y en ese paso encuentra la fuerza para el paso sucesivo. Josep lo cuenta mucho mejor y el libro, breve y de lectura amena, pone de su parte para que el lector, al terminar, se haya interrogado al menos un par de veces sobre cierto desasosiego para el que, ahora, quizás tenga ya explicación. Ideal para ordenar esas dudas vitales que nos asaltan especialmente en el verano (que comienza hoy).

PD: Esperanza, la protagonista, es librera. Pronto volveremos a hablar -con ilusión- de librerías on-line y del experimento Kindle.

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Una mujer como tú, en Kindle

He editado electrónicamente Una mujer como tú en Kindle, el dispositivo de lectura que promueve la librería on-line Amazon y que opera en los EEUU.

 La idea surgió al observar que la oferta de e-books en castellano en Kindle es muy limitada: en el momento de publicación, la búsqueda “Libros en español” ofrece sólo tres libros, mientras que “Books in Spanish” indexa 171 obras (en este momento los libros en Kindle son más de 300.000).La debatida ausencia de usuarios latinos de Kindle, por un lado, y el compás de espera de las editoriales españolas ante el libro electrónico por otro pueden ser las razones de esta escasez de títulos. 

Para una novela, esta escasez es una oportunidad:Los dispositivos lectores se popularizan poco a poco y sus propietarios desean tener acceso a contenidos de actualidad.

Con este experimento me gustaría hacer una aportación constructiva al debate sobre el futuro del libro:

  • La multiplicidad de formatos no supone necesariamente una «canibalización». Una mujer como tú no puede adquirirse hoy en papel o en inglés en EEUU. Por tanto, la publicación electrónica permite llegar a un público antes inaccesible.
  • El intenso debate teórico sobre el futuro del libro actual debe acompañarse de iniciativas concretas. Claro que da miedo lanzarse a la piscina. Pero si no nos lanzamos, al final igual no habrá agua. Como dijo Esther Dyson: «Fail fast».
  • Los autores tenemos que ser parte activa de dicho debate.

      He aprovechado la circunstancia personal que me permite cumplir los requisitos para publicar en la plataforma de Amazon: contar con NIF, cuenta bancaria y dirección postal en los EEUU. La publicación ha requerido editar el manuscrito en formato Mobipocket y preparar una portada especial para la edición electrónica. El precio de Una mujer como tú en Kindle es de $3,99, sobre los que Amazon puede aplicar los descuentos que estime oportunos.

Mi objetivo es que Una mujer como tú sea visible en el mercado estadounidense para apoyar las gestiones que está realizando mi agente a fin de que se publique en inglés. Para ello, el paso siguiente es idear acciones que hagan visible allí su edición en Kindle. Todas las ideas son bienvenidas.

El futuro del libro ya está aquí y quiero pensar que ofrece nuevas oportunidades a los autores para colocarnos junto a nuestro libro y a quienes trabajan por él.

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Regreso al pasado

Los restaurantes de Barcelona (y de otros lugares, imagino) deberían pagar un plus a Facebook por todas las cenas de ex (ex-compañeros de trabajo, antiguos alumnos, ex novios/as,…) que esta red social fomenta al permitir que, desde el pasado remoto, volvamos a encontrarnos con personas que tuvieron un papel destacado en él.  Yo misma asistí el sábado a uno de estos encuentros, en el que treinta años después, nos reencontramos veintidós compañeras de EGB y BUP. 

El reencuentro se tiñó desde el principio de una alegría nerviosa pero cierta. Nerviosa porque a veces besabas a una mujer sin ubicar la niña que fue. Cierta porque pronto los treinta años dieron paso a una lista compartida de recuerdos de la infancia, empezando por el uniforme obligatorio (con el calcetín marrón hasta la rodilla, amarrado mediante un elástico para evitar las riñas correspondientes), continuando por los juegos del patio (todo el universo «churro, media manga, mangotero») o el inolvidable viaje de final de curso que nos llevó a dar la vuelta a España en autocar en una semana.

De ese viaje yo recordaba que fue ahí, en ese autocar, cuando empecé a fumar. Sin embargo, había olvidado por completo que escribí un diario (una bitácora, para entendernos), que «publiqué» bajo una especie de licencia copyleft, por la cual pasé las cuartillas a mis compañeras, y quien quiso lo copió (no fotocopió: ¡copiaron de su puño y letra!). De esa incipiente incursión literaria mía se conservan, al parecer, dos ejemplares manuscritos y espero poder releerla.

Todavía hoy continuo agitada por ese reencuentro y la pregunta: ¿hemos sido lo que entonces parecía que íbamos a ser? En el terreno laboral los perfiles eran muy diversos y primaba la continuidad. En el familiar, la maternidad se manifestaba en dos versiones contrastadas: a) hijos adolescentes y casi autónomos o b) hijos pequeños de las que «se pusieron tarde». La mayoría, pocos hijos. Algunas, ninguno. A ese escenario se sumaban además las primeras ausencias, alguna enfermedad seria y algunas heroicidades cotidianas -cuidar del padre en silla de ruedas o del hijo con TDA sin dejar por ello de trabajar.

Me alegro de que nos hayamos vuelto a ver y de que, a pesar de los años -que pasan y pesan-, tuviéramos recuerdos felices y nuestros: nuestro mantra en francés («ne» y «pas» siempre rodeando al verbo), las clases de gimnasia en la capilla o los pasadizos secretos que salían de algun lugar del patio y nos llevaban seguro -aunque nunca los encontramos- al mundo exterior, en el que ahora somos desde lo que entonces fuimos.

 

 

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El precio de un autor

Los autores, mal que nos pese, operamos en un mercado: el editorial. Nuestro manuscrito, para convertirse en libro, debe pasar por un proceso. Ese proceso editorial es una industria. Y las industrias generan productos. Dicho así suena a herejía, pero lo cierto es que los libros son productos sometidos a sus propias leyes de oferta y demanda. Y los escritores somos parte de una cadena de valor.

La contribución que realizamos a dicha cadena se mide por dos baremos distintos: por los anticipos que recibimos a cuenta de derechos y por las liquidaciones anuales de ventas. El anticipo es la cantidad que la editorial abona al autor en concepto de adelanto sobre los derechos de su obra. Del anticipo que la editorial ha avanzado en el momento de firmar el contrato se deducen, en la liquidación anual de derechos, los royalties devengados. La liquidación es el documento en el que editorial y autor “pasan cuentas”: la primera informa al segundo de cuantos ejemplares disponía al inicio del período de liquidación, cuantos le quedan al final y cuantos se han vendido.

Este sistema da lugar a una doble medición en el sector. Por un lado, un autor vale lo que cobra. A mayor anticipo, mayor es la apuesta de la editorial por él o ella. Por otro, un autor vale lo que vende: cuantos más ejemplares vendidos, mayores ingresos (y más posibilidades de continuar publicando).  Por tanto, resulta importante contar con datos fiables de ventas.

La fuente más imparcial la proporciona la base de datos BookScan que mantiene la empresa de análisis de mercado Nielsen y que computa ventas reales (sell-through). Desde hace casi dos años, ya está disponible por fin para el mercado español. Las cifras que da no son exactas porque no cubre todos los puntos de venta del país y es necesario aplicar un factor corrector.

La iniciativa EscritoresUnidos.com se ha creado en estos días como plataforma para solicitar acceso independiente a dichos datos vía CEDRO, de modo que los autores podamos saber cuántos ejemplares hemos vendido realmente. Esta demanda surge en un entorno en el que el sector, aunque los medios hablen de «el libro como bien refugio«, está sufriendo una caída de ventas espectaculares mientras se prepara (o no) para un cambio de modelo de negocio vinculado a la digitalización. La caída de ventas nos afecta y a veces lleva a la duda: «¿De verdad he vendido sólo éstos?».

La información en la era digital se convierte en el bien más preciado y de ahí que los escritores deseemos tener acceso directo a los datos que nos atañen. Personalmente, debo decir que mis editores siempre me han proporcionado datos de ventas cuando se los he pedido y, como trabajo en Marketing, se los pido a menudo. Claro que me gustaría un acceso sistemático a la fuente, pero en mi caso ha habido total colaboración. Creo que compartir datos de ventas reales con transparencia beneficia a los autores, pero también a los editores, porque la confianza entre unos y otros sale fortalecida y porque los escritores necesitamos tener una visión real y realista de nuestro mercado y de nuestros libros. Hasta ahora hemos sido vendedores mayoristas: vendíamos los derechos «a granel». Ha llegado el momento, gracias a Internet (y no «a pesar de»), de apostar por el comercio «minorista» y apoyar nuestros libros ejemplar a ejemplar y en todos los formatos posibles.

PD: De Marketing para escritores escribiré próximamente en este blog.

 

 

 

 

 

 

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